domingo, 17 de junio de 2007

Reservorio de palabras.

Siempre me ha gustado recurrir al diccionario. Y ver como entre sus hojas se pretende comprender el mundo en palabras selectas, un poquito escatimadas, diría yo. Podría decir que lo que más me gusta de ellos es que representan el vicio de las palabras; empiezas a buscar “cerúleo” y terminas en “pantagruélico”, y cada vez se te hace más familiar el tipejo que aparece tocando el “fagot”.
Y uno probablemente quisiera saberlas todas; recuerdo que alguna vez, una pequeña Mara se propuso aprender tres por día.
Lo que generaba un reducido encono cada vez que me enviaban a buscar una palabra, se fue tornando en hábito y luego en vicio. ¿Que no sabes que pensar?, pues lee el diccionario. Esa es la clave, en el diccionario no hay que buscar, HAY QUE LEER. Porque probablemente no vayas a encontrar lo que buscas, nadie puede decirte lo que significa derecha, pues quizás también implica izquierda. Es necesario hacer un propio inventario.
El otro día quise saber cómo definían “mente” y el resultado fue decepcionante, más no concluyente. Que si los adoro o los desprecio, eso es lo de menos, hay que aprender a revisarlos con ojo crítico de curiosillo e incrédulo. Y puede ser incluso regocijante, cuando llegas a encontrar una falla en el sistema, por ahí entre el año 2002 y 2004.

1 comentario:

Anónimo dijo...

segundo comentario :
eres una niña inteligente, verde y evasiva.

condición sine qua non be or not to be?

Peru
Aprendiz de momento, tecladista de bolsillo y reclutante de palabras.